
Cuando hablamos con amig@s o familiares sobre cómo educar a nuestr@s hij@s, suelen surgir reflexiones en torno a la obediencia de l@s niñ@s, otorgando en ocasiones a l@s niñ@s la capacidad de “tomarnos el pelo”.
Suelen surgir debates en torno a las normas y los límites, encontrando posiciones enfrentadas, por un lado hay quien piensa que l@s niñ@s no siempre pueden “salirse con la suya” y por otro, quienes creen que la infancia debe ser una etapa para disfrutar sin responsabilidades ni límites porque “ya habrá tiempo para eso”. Estas reflexiones, a veces, se parecen más una lucha de poder…»aquí quien manda soy yo” y otras nos alejan de entender lo que necesitan l@s niñ@s.
Creo que es más fácil entender sus necesidades si nos hacemos las preguntas adecuadas: ¿Crecer en un ambiente con una estilo educativo u otro tiene consecuencias?, ¿Debería adaptar la manera de relacionarme con mi hij@ sus capacidades?, ¿Estoy permitiendo a mi hij@ decir “no” o solo estoy aceptándolo en su obediencia?, ¿Va a ser mi hij@ capaz de tomar decisiones en un futuro o se acostumbrará a que alguien le diga lo que tiene que hacer? , ¿Va a ser mi hij@ capaz de aceptar que en la vida no siempre va a ser todo como le gustaría? En definitiva, ¿Estoy enseñando a mi hij@ las aptitudes y valores que realmente son importantes para su vida de una manera que le permita interiorizarlos?
En 1959 Schaeffer estableció una división de tres estilos que predominarían en los estudios posteriores. Elegir uno u otro es algo que va a influir de manera decisiva en el desarrollo emocional de nuestr@s hij@s. En general habla de tres estilos educativos:
- Autoritario: La comunicación es escasa o se utiliza para aumentar el control sobre l@s hij@s. Son padres poco afectuosos que generan una alta presión para que l@s niñ@s asuman responsabilidades, diciéndoles de manera constate lo que tienen que hacer.
Es lógico pensar que l@s niñ@s que crecen en un ambiente autoritario son más obedientes, lo son. Pero necesitan el control externo (proveniente de los padres), en ausencia de estos son niñ@s más irresponsables y agresiv@s. No están acostumbrad@s a tomar decisiones por lo que son más dependientes. Tienen poco capacidad de autocontrol, porque el control siempre viene de fuera, además, sienten que el afecto tiene mucho que ver con cómo se comportan y no con cómo son, por lo que su autoestima disminuye.
- Permisivo: Hay una total ausencia de límites, tratando a sus hij@s como amig@s y haciéndoles cómplices de confidencias que no son adecuadas para su edad. Son padres afectuosos pero que no ayudan a sus hij@s a asumir ningún tipo de responsabilidades.
Podríamos también pensar que l@s niñ@s criados en ambientes permisivos son más felices, a priori parece así pero a la larga presentan una baja autoestima. La ausencia de responsabilidades y límites genera que no sean capaces de controlar sus impulsos y que sean más inmadur@s, además, nadie les ha enseñado a esperar y luchar por lo que quieren, que todo haya sido tan fácil e inmediato genera que sean poco persistentes en sus tareas.
- Asertivo: Hay una alta comunicación que permite que se pongan los límites adecuados, siendo flexibles y explicándoles la importancia de esto. Son padres afectuosos que ayudan a sus hij@s en la toma de responsabilidades, siendo acordes a su capacidad.
L@s niñ@s criados en ambientes asertivos son más autónomos y responsables, ya que se les ha ido ayudando a ello, con cariño, sin forzarles y adaptándonos a sus capacidades, lo que les devuelve una imagen valiosa de sí mismos que repercute en un alto autoestima, mayor autocontrol y mejores habilidades sociales.
A grandes rasgos, tod@s nos movemos en estos estilos educativos, acercándonos más a uno u otro. Nos sentimos más cómod@s en uno de ellos y entendemos que es lo más correcto, sin muchas veces reflexionar más allá. Seguramente si dedicáramos un rato a pensar sobre esto llegaríamos a conclusiones que mucho tienen que ver con la manera en la que a nosotr@s nos educaron nuestros padres que, al fin y al cabo, es la única educación que conocemos de verdad y nos guste más o menos, nos aporta seguridad.
Desde Adin conocemos la gran importancia que tiene tomar consciencia de esto, de que no elegimos de manera libre como educamos a nuestr@s hij@s sino que esto viene ligado a unas creencias que se forman en la educación que recibimos de nuestros padres. Tomar consciencia es el primer paso para poder decidir.
María Martín Martín
Psicóloga, Experta en Atención Temprana
y en Terapia Familiar Sistémica.